jueves, 15 de noviembre de 2012

Juez y fiscales constatan que el Madrid Arena era una ratonera

Sintieron escalofríos. Los miembros de la comisión judicial que anteayer escucharon a tres testigos y realizaron una inspección ocular en las instalaciones del Madrid Arena quedaron impresionados por el cúmulo de despropósitos, imprevisiones e imprudencias que pudieron constatar sobre el terreno. La conclusión fue que el recinto se convirtió la noche de Halloween literalmente en una ratonera. A la vista del resultado de la diligencia se entiende perfectamente que lo ocurrido haya tenido una primera consecuencia política en la dimisión del tercer teniente de alcalde, Pedro Calvo, encargado de la empresa pública Madrid Espacios y Congresos, que controlaba -al menos en teoría- las actividades del Madrid Arena.

El Ayuntamiento señaló a Calvo el martes ante el juez del caso, Eduardo López Palop, como el responsable de la gestión de dicho recinto y, por tanto, como la persona que debe acudir para declarar y explicar cuanto hicieron las autoridades municipales en relación con la macrofiesta. El juez no le había imputado directa y personalmente a él, sino a quien estuviera al frente de dicha empresa pública. Su imputación es el resultado de que el municipio le indique a él como el responsable de dichas instalaciones.

La inspección ocular realizada el martes precipitó la dimisión de Calvo porque permitió constatar el grave peligro que corrieron los aproximadamente 20.000 jóvenes que acudieron a la macrofiesta de la noche de Halloween. Los imputados que ya ha citado el magistrado tendrán que dar muchas explicaciones. Se trata de los organizadores, Miguel Ángel Flores, director de Diviertt, la sociedad que alquiló el local a la empresa pública dirigida por Pedro Calvo, y también los responsables de las dos empresas de seguridad contratadas para ese servicio, Kontrol 34 y Seguriber.

Todos ellos tendrán que responder al juez sobre las numerosas deficiencias constadas en la inspección ocular. La comisión judicial comprendió al llevar a cabo el recorrido por el recinto que la tragedia hubiera podido tener proporciones mucho mayores.

No sólo se produjo una entrada masiva de jóvenes muy superior al aforo del Madrid Arena, sino que el alcohol se vendió y corrió prácticamente sin control, y se lanzaron cientos de petardos.La impresión que se llevaron los miembros de dicha comisión fue que del mismo modo que entraron objetos pirotécnicos hubieran podido ser introducidos en el local otros mucho más peligrosos. Con toda probabilidad, nadie lo habría impedido, porque nadie controló de manera fehaciente qué llevaban los jóvenes, y mucho menos los que componían un numeroso grupo que hacía botellón junto al recinto. Este grupo entró en masa en el Madrid Arena poco antes de las cuatro de la madrugada, cuando se anunció que el pinchadiscos Steve Aoki, la gran estrella de la noche, iba a empezar volcar su huracán de música estridente sobre las cabezas de los asistentes a la macrofiesta. Aoki no podía saberlo, pero ahí empezó la tragedia.

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